21.1.09

El juego "inocente"

Un juego, un vaivén de cosas que pasan sin que planeemos.. Y sabemos que es, pero no queremos aceptarlo. Creemos que no somos nosotros los responsables de eso, que es el otro.. Pero bien sabemos en el fondo a qué estamos jugando. Y cuesta dejar este jueguito "inocente", que tampoco queremos aceptar porque sabemos que no tiene fin. No se gana cuando el otro se queda en bancarrota porque se quedó sin plata para comprar propiedades. En este juego no gana ninguno de los dos, porque se sabe que este es un juego de a dos.

Empezar uno no tiene idea de como empieza, solo que nos gusta un poco la idea de qué es lo que va pasando cuando vamos viendo resultados, el tipo de resultados que esperamos obtener cuando hacemos cosas para que la otra persona involucrada en el juego sienta algo que va de la mano con este mismo juego. Y tal vez parezca que no, que la persona no se percató de lo que hicimos o dijimos. Pero en realidad sí, lo vió y se puso a planear el contraataque que puede caernos de la forma más inesperada, en el momento que menos pensamos. Y nos la pasamos pendientes de lo que hace nuestro oponente, para ver si lo que está haciendo no es una jugada suya y encontrar la forma de mostrarle como uno también tiene sus propias estrategias.. Hacemos ruido, damos detalles innecesarios cuando se nos presenta la oportunidad, encontramos diferentes ayudantes involuntarios para que logremos nuestros objetivos, esperamos estar cerca de la persona contra la que jugamos para llevar a cabo nuestro plan. Y bien! Nos sale perfecto! Logramos obtener la atención de la otra persona y nosotros de reojo lo notamos pero no lo damos a saber, para hacer del juego una cosa "casual" y "sin intención". Instantáneamente sabemos que sigue el ataque contrario, por eso nos ponemos a planear el movimiento que sigue y poder rematar sin piedad. Un juego que nos consume tiempo y espacio para pensar que nos divierte hasta cierto punto.. Pero, por qué dejarlo si el otro no lo deja? La excusa que hace que el juego siga adelante.

Es común que una vez metidos en el juego el otro haga cosas que no sean jugadas de ningún tipo. Pero tan compenetrados estamos en el juego que lo interpretamos mal y le damos play a nuestro plan de ataque en ese momento. Y nos sentimos bien, porque pudimos demostrar la supuesta fuerza que tenemos y que creemos que vamos ganando.. Pero no es así, ninguno gana.. Es solo un juego en el que hay perdedores de los dos lados.

Entonces el juego se prolonga, más de lo que esperamos que lo hiciera. Pero como todavía nos creemos capaces de decir basta no le damos importancia y seguimos.. Los planes cada vez son mas agotadores y la sensación de satisfacción que nos quedaba después de nuestro turno ya no es la misma. Que importa, no? Lo que uno quiere es ganar el juego, dejar en claro quién es el que tiene más fuerza sobre el otro.. O mejor dicho, quién es el que puede al otro. Y los involucrados no son capaces de llegar a una tregua.. Por eso el juego sigue corriendo, convertido en uno en el que ahora las acciones de un jugador no solo lastiman al contrincante, si no también al que la lleva a cabo.. Ya no nos hace feliz ver como el otro mira desde lejos lo que hacemos o que escuche las noticias de nuestras nuevas conquistas. Ya no sentimos ganas de seguir jugando. Así decidimos que vamos a dejar de jugar, que ya es hora de dejarlo. pero cometemos un error: el no comunicarlo al otro jugador.

Así volvemos al campo, decididos a abandonar el juego.. Pero el otro jugador, igual de herido que uno mismo, no lo sabe y es por eso que sorpresivamente lo encontramos con las manos metidas en un nuevo plan que nos duele todavía más que los anteriores. Y ahí es cuando creemos que el otro jugador tiene la culpa, que lo hizo a propósito cuando uno tenía las defensas bajas y nada planeado. Resentido, uno planea algo para zafar de forma rápida.. Una vez que accionamos es cuando nos damos cuenta: no podemos parar.

Pero como dice la canción: "todo concluye al fin", y este juego no es la excepción. No hay un tiempo determinado en el que uno pueda decir que finaliza.. Pero sí se puede decir que no termina bien. Ninguno de los jugadores gana, los dos pierden y nada más que el resentimiento y las heridas del juego quedan. No era una batalla, pero termina siéndolo inevitablemente. Los dos jugadores presentan la bandera blanca, ya ninguno puede seguír.. Y no porque no quiera, si no porque no puede. La supuesta fuerza que creíamos tener no era nada más que una ilusión porque nada más que debilidad, inseguridad y vacío nos queda. Y ahí es cuando vemos en lo que caímos: en un juego que no queríamos aceptar y que después nos terminó por atrapar. Desde un principio sabíamos en lo que nos metíamos, pero esta es una de las situaciones en las que uno no quiere aceptar las cosas como en realidad son, no hasta que ya es inevitable la respuesta.

Por eso, se recomienda que antes de empezar a jugar uno sepa bien de que se trata el juego de la Histeria.

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Bien, esta nota la escribí el 22 del octubre pasado. Como no sabía bien con qué dar inicio al blog no me pareció una muy mala idea publicar algo que ya tenía escrito hace tiempo..

Enjoy people! =)

5 comentarios:

  1. Anónimo1:56

    saludo
    buena forme de iniciar un blog...
    la mayoría de las personas toman un buen escrito como el mejor primer paso :P
    a ver que nace de este blog

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  2. ouch, la histeria! muy bien definida!

    te sigo desde que parezca un accidente.

    besos

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  3. Muy lindo! Y lo mejor para tu nuevo blog! Vuelvo pronto

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  4. Tener blog está de moda, es así!
    Qué cierto lo que escribiste! Los humanos son complicados, y más aún los sentimientos...

    Te quiero muchísimoo pauulii!
    Y espero que tengas muchos otros momentos de locura, así seguimos leyendo lo que tenés para decir =)

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  5. Hermosa narración... y tan cierta.. :)

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